Miércoles, 1 de abril de 2020
MIGUEL HERNÁNDEZ escribió las «Nanas de la cebolla» desde la prisión de Torrijos en 1939, encarcelado al final de la Guerra Civil por haber militado en el bando republicano. Se las dedicaba a su hijo Manuel Miguel, de pocos meses de edad y, en ellas, hacía referencia la la cebolla, como único ingrediente que su mujer encontraba para cocinar las sopas con las que alimentarse en estos primeros meses de la durísima posguerra.
El poema, como otros que hemos leído, expresa la falta de libertad del hombre encarcelado, pero también se integra en sus versos el mensaje que, desde la distancia, envía a su hijo ausente. ¿Qué emociones te provoca su lectura? ¿Puedes empatizar con la situación que vive el poeta? ¿Qué versos eliges como la esencia de los «consejos vitales» que Miguel Hernández manda a su hijo?
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias (1938-41)
Miguel Hernández (1910-1942) nació en una familia humilde de Orihuela (Alicante). Se dedicó al pastoreo de cabras desde su niñez pero lo combinó con la lectura de obras clásicas, que le proporcionaba, entre otros, su gran amigo Ramón Sijé. Tras iniciarse poéticamente en su tierra, viajó en la década de 1930 a Madrid, donde fue aceptado en el ya consolidado círculo del 27, cuyos poetas se convertirían para Miguel Hernández en maestros y amigos. En su corta trayectoria publicó varios libros que evolucionan desde la influencia gongorina en Perito en lunas, hasta los poemas de guerra que conforman Viento del pueblo, pasando por poemarios de amor apasionado como El rayo que no cesa.
Miguel Hernández murió enfermo de tuberculosis en la prisión de Alicante, el 28 de marzo de 1942.
Escucha la famosa versión de las «Nanas de la cebolla» en la voz de Joan Manuel Serrat.
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